marzo 3, 2016
Tipografía
Aitana Sánchez-Gijón como Amelia, protagonista de la obra de teatro Cruel y Tierno, de Martin Crimp, 2005. Cartel promocional.
Cruel y Tierno se inspira en una de las tragedias de Sófocles: Las Traquinianas (s. V. a. de Cristo) – también conocida como Las Traquinias -, que cuenta una historia de matrimonio y violencia. La obra gira alrededor de las pasiones humanas y cómo estas se acaban imponiendo al orden establecido. Amelia, personaje interpretado por Aitana Sánchez-Gijón, decide vivir en una burbuja en la espera de reencontrarse con su general quien está acusado de crímenes de guerra.
El entorno del clásico Sófocles habla de guerras lejanas. En la obra de Martin Crimp, la guerra se hace actual. Se trata de la guerra de Irak. Según su director, Javier García-Yagüe, Crimp «hace estallar el cristal de este televisor que mantiene el mal a distancia y esa realidad que parece lejana en nuestro hogar. Los conflictos se han instalado en nuestro salón». Por otro lado, Aitana -Amelia- asegura que le produce cierto vértigo el que sean los espectadores quienes la rodean, en vez de los compañeros de reparto como en otras obras y puesta en escena..
Las obras más recientes del autor británico son: Attempts On Her Life (1997); The Country (El campo) (2000); Face to the Wall(2002); The country (2003); Cruel and Tender (Cruel y Tierno) (2004); Fewer Emergencias (2005).
La intervención del director de la obra, Javier García Yagüe, fue decisiva para permitirme lograr una sesión fotográfica a mi gusto; que la protagonista, Amelia, es decir, Aitana Sánchez Gijón produjera una actuación soberbia fuera de escena.
Ese trabajo derivaría en toda la cartelería publicitaria de la obra que empapeló la ciudad de Madrid del 27 de abril al 11 de junio y que se representó en el Teatro Valle Inclán.
Más Información:
http://www.madridteatro.eu/teatr/entrevistas/2006/entrevista136.htm
La importancia de llamarse Oscar. Esta foto forma parte del reportaje realizado en un viaje de autor -que me encargó la Editorial Planeta en 2006- a París para inmortalizar gráficamente el periplo mencionado por el personaje Mazarine en el libro “Lo que le falta al Tiempo”, de Angela Becerra. Recorrimos el Barrio Latino de París con temperaturas gélidas -era enero- y recalamos en los lugares más emblemáticos de la ciudad del arte por antonomasia a finales del siglo XIX y principios del XX. En la imagen, la escritora posa en lo que fuera la pensión donde Oscar Wilde se alojara pobrísimo una vez que salió de la cárcel en Inglaterra.
Angela Becerra Acevedo es una autora colombiana, ganadora del Premio Planeta-Casa de América 2009, del Premio Azorín 2005 y de cuatro Latin Literary Award de Chicago. Sus obras han sido traducidas a 23 idiomas y publicadas en más de 50 países (fuente:Wikipedia).
Ramón Barce, compositor, traductor y ensayista
No sé cómo convencí a don Ramón Barce, compositor, traductor y ensayista ya fallecido, famoso, respetadísimo, para subir a la azotea de su casa y permitirme hacer allí la sesión fotográfica. Esta era para El Cultural de El Mundo, revista para la que trabajaba entonces. Podéis observar que el maestro está encantado. Toca figuradamente unas cuerdas de tender la ropa, una suerte de pentagramas imaginarios, de las que caen sus composiciones escritas en papel pautado.
Don Ramón era, por supuesto, un artista y pertenecía a la Generación del 51 https://www.circulobellasartes.com/revistaminerva/articulo.php?id=309. Para hacerse una idea de la importancia de su trabajo, los expertos aseguran que éste es crucial para comprender la música española de la segunda mitad del siglo XX. Y ¿sabéis qué? Era entrañablemente humilde. Como todas las personas extraordinarias, aseguro.
Tamara Rojo. Directora del English National Ballet.
Entrevista por Liz Perales en 2005 en El Cultural de El Mundo.
Miguel Delibes, posa para mi en su despacho de su casa en Valladolid, en 2006. Novelista español y académico de la Real Academia de la Lengua desde 1975 hasta su muerte en 2010. Describió como nadie la España rural de los latifundios franquistas en su libro Los Santos Inocentes, obra que llevó al cine Mario Camus en 1984 y que protagonizaron Alfredo Landa, Terele Pávez, Paco Rabal, Juan Diego y Agustín González, entre otros.
La cita con Carlos Saura era en el hotel Wellington de la calle Velázquez de Madrid. Trabajaba para El Cultural -suplemento de cultura del diario El Mundo dirigido por Blanca Berasategui- quien por aquellos días gustaba de mi “estilo fotográfico”. Me encargó portada y cuatro páginas de interior. La moqueta roja impoluta del suelo; las tenues luces en las lámparas de los veladores y sus paredes de un crema beigesado “no pegaban ni con cola” para la entrevista gráfica que minuciosamente había ideado. Todo ello, a pesar del estudio improvisado de paraguas y flashes que portaba en aquella época. No quedé satisfecha con la serie de imágenes que me dio el señor Saura y le propuse llevarle a casa, a la sierra, de donde había venido en transporte público.
Tuve suerte; dijo sí. Y en el instante en que entró en mi coche, comenzó esa entrevista que culminaría con la sesión que no quería finalizar; se hizo dueña de mis dedos y de mi mente. De una imagen, aparecía una y otra y otra más. Saura volvió a sus tiempos de fotógrafo y me ofreció sus cámaras, incluso me fotografió. Y esa hospitalidad y generosidad en la que destaca este galardonado cineasta es la que espero vean en la imagen que les muestro.
Les dejo el enlace de la entrevista que hizo la periodista Beatrice Sartori, 1999: Saura, “hay que destruirlo todo e inventar algo nuevo”
Para conseguir que la producción “El Oro del Rhin”, ópera montada en el Teatro Real en 2002, fuera portada de la revista para la que trabajaba entonces -El Cultural de El Mundo-, tenía que conseguir la expresión de fuerza del barítono Harmut Welker que se aprecia en la foto.
Sin embargo en ese teatro y en aquella época no se permitía utilizar el escenario como fondo para sesiones fotográficas. Tuve que buscar una cortina cualquiera e instalar allí mis flashes de estudio. Sólo una vez preparado el set apareció herr Welker pintado de verde y rodeado de su séquito -estilista, prensa, etc.-.
Parecía harto complicado conseguir comunicación con él dado que, por desgracia, yo no hablaba alemán. Contra todo pronóstico, hubo tal empatía entre los dos que terminó cantando una pieza de la ópera para mi, ante al asombro de los asistentes y el mío propio.
Tras ello nos comunicamos en inglés y no sólo conseguí la portada, además del reportaje de interior sino que fue una de las mejores sesiones que hice ese año.
Por si os interesa, el artículo fue publicado en El Cultural de El Mundo y fue redactado por el compañero Luis Iberni, gran periodista musical, tristemente fallecido en 2007.
Eric-Emmanuel Schmitt, novelista y dramaturgo francés. Su libro “Ibrahim y las flores del Corán” fue llevado al cine por François Dupeyron, y fue ganadora en 2003 de un Globo de oro a la mejor película extranjera.